miércoles, 15 de julio de 2009

NEIL ARMSTRONG

Se acerca un nuevo aniversario de la llegada del hombre a la luna. Fue el 20 de Julio de 1969. Ese día un astronauta se convirtió en leyenda, fue el primer humano en pisar suelo selenita. Su nombre: Neil Armstrong.

Nació en Wapakoneta, Estados Unidos, en 1930. Tras graduarse en la especialidad de ingeniería aeronáutica por la Universidad de Purdue, fue piloto de la Marina de Estados Unidos entre 1949 y 1952, período durante el cual participó en la guerra de Corea. Ingresó en el National Advisory Committee for Aeronautics (NACA), que en 1958 se convertiría en la Agencia Estadounidense del Espacio (NASA), donde llegó a ser uno de sus pilotos de pruebas más destacados.

En el marco de sus actividades en el Lewis Research Center y en la Sección de Desarrollo de Aparatos Voladores de la NASA, en la base de las Fuerzas Aéreas estadounidenses en Edwards (California), fue uno de los pilotos designados para efectuar los vuelos de pruebas del avión cohete estadounidense X-15 (un total de 17 misiones), a bordo del cual alcanzaría altitudes de hasta 30.000 m y velocidades próximas a los 6.000 km/h. Durante esta época pilotó también bombarderos de largo alcance del tipo B-52.

En 1962 ingresó en el cuerpo de astronautas de la NASA y se especializó en la mejora de los métodos de entrenamiento y el desarrollo de los simuladores de vuelo. Cuatro años más tarde (1966) dirigió como comandante la operación Gemini 8 (marzo de 1966), una misión espacial en la que, acompañado por el comandante David Scott, llevó a cabo una maniobra de acoplamiento en el espacio, la primera de este género (16 de marzo). La misión fracasó al perderse el control del conjunto, si bien los astronautas pudieron separar la cápsula espacial y regresar a la Tierra, donde hubieron de realizar un amaraje forzoso.


Tres años más tarde (1969), entre los días 16 y 24 de julio, fue el comandante de la histórica misión Apolo 11 y protagonizó el primer alunizaje del ser humano sobre la superficie de nuestro satélite. Para esta gesta se utilizó un cohete Saturno V, el mayor ingenio de este tipo construido, con una altura superior a los 85 m y un diámetro máximo de 13 m, capaz de desarrollar una potencia de 35.000 kN, que transportaba el conjunto integrado por el módulo de mando y servicio, llamado Columbia, y el módulo de alunizaje, bautizado con el nombre de Eagle.

La tripulación estaba compuesta, además, por el teniente coronel Michael Collins, piloto del módulo de mando, y el coronel Edwin E. Aldrin, encargado de pilotar el módulo lunar. Armstrong fue el primero en poner pie en la superficie lunar, el 21 de julio, y permaneció 2 horas y 14 minutos fuera del módulo de alunizaje Eagle. El alunizaje había tenido lugar el día antes (20 de julio) en la región lunar conocida como Mar de la Tranquilidad; el 21 de julio, Aldrin siguió a su comandante 15 minutos después de que éste saliera del módulo lunar.

Además de desplegar la bandera de Estados Unidos y de instalar diversos aparatos científicos, recogieron aproximadamente 22 kg de rocas lunares para su posterior estudio en la Tierra. A su regreso, Armstrong fue nombrado responsable de las actividades aeronáuticas de la NASA, organización que abandonó en 1971 para incorporarse a la actividad docente como catedrático en la Universidad de Cincinnati. En 1979 pasó a formar parte de la junta de la Cardwell International Ltd., empresa proveedora de equipamiento para refinerías.

Fuente: Biografías y Vidas


viernes, 3 de julio de 2009

Mis amantes


Acorralado en la quietud de mis angustias
No dejo de pensar en vos.
El amanecer me encontró envuelto
En sensaciones de silencios.
Restos de un anochecer de ilusiones
Que se perdieron ahogadas por el tiempo.

Las sábanas heladas de un vacío incomprendido,
Rebeldes, fueron compañeras no deseadas.
Ellas, mis amantes de tela, saben
De mis llantos y desvelos.
Y no dejo de pensar en vos.

Allá en la distancia, sé que piensas en mi.
Vuelan los sentimientos a encontrarse
En el cielo manchado de nubes.
Se cruzan. Se observan. Se aman.
Pero no se tocan. No pueden hacerlo.

Mis amantes me llaman.
Me envuelven en su canto triste.
Son gélidas, desapasionadas, incoloras.
Me resisto inutilmente.
Sé que caeré nuevamente en sus brazos.
Para seguir llorando.
Para seguir pensando en vos.



Guillermo Reyna Allan