martes, 11 de diciembre de 2012

¡PARA QUEDARSE CON LA BOCA ABIERTA!

Un hombre musulmán de Egipto mató a su esposa al encontrarla leyendo la Biblia y la enterró con sus hijas, una de 8 años y una recién nacida. ¡¡¡Las niñas fueron enterradas vivas!!!!
La niña al momento de ser descubierta

El fue a la policía y reportó que un tío mató a sus hijas. 15 días después, otro miembro de la familia murió. Cuando lo fueron a enterrar, encontraron a las dos
niñas bajo la arena. VIVAS!

Este incidente ha provocado mucho enojo en el país. El padre será ejecutado. Se le preguntó a la niña mayor como había sobrevivido. Ella dijo: 'Un hombre que vestía un traje blanco brillante, con heridas de sangre en sus manos, vino todos los dias para alimentarnos. Él despertaba a mi mamá para que mi mamá continuara amamantando a mi hermanita."

La niña fue entrevistada por la Televisora Nacional de Egipto por una conductora de noticias musulmana quien llevaba puesto un velo. Esta mujer dijo: 'Este no puede ser otro que Jesús, porque no hay otro que pueda hacer esas cosas.'

Los musulmanes creen que Isa (Jesús en el idioma árabe) puede hacer esto. Pero para ellos las heridas muestran que Él realmente fue crucificado, y que no queda la menor duda que ¡Él está VIVO! Está muy
claro que la niña no pudo haber inventado una historia semejante y que de ninguna manera ellas hubieran podido sobrevivir sin un verdadero milagro.

Los lideres musulmanes tendrán una situación difícil tratando de ver que hacer con esto, pues la popularidad de la película 'La Pasión de Cristo' no los ayuda, siendo Egipto el centro de comunicación y educación del Medio Oriente.

 
Fuente: Católicos sin miedo a nada - losprincipios.org

jueves, 6 de diciembre de 2012

Esclavo sin grilletes


Sentí la opresión de tus brazos de selva

y miré en el mundo de tus lapachos y cedros.

Busqué al responsable de mis desvelos y ansias,

Y el monte me devolvió magia, encanto, consuelo.

 
Recorrí tus valles y cerros, salpicados de ensueño.

Me hiciste tuyo bautizándome en ríos,

solo con cascadas y arroyos, como sonrientes testigos.

Agua con sonidos; gritos del hachero; lágrimas del tarefero.

 
Una orgía de colores y aromas invitó al sosiego.

Y aquí estoy yo, entregado, manso, sin lucha.

esclavo sin grilletes de tu infinita belleza.

 
Pedí tu nombre, me lo reveló el pombero.

“Se llama Misiones, y te ganó para ella, forastero”

Levanté la vista, del rojo hasta el cielo.

Y mi oración voló en agradecimiento.

 

Guillermo Reyna Allan

Diciembre de 2012