martes, 29 de noviembre de 2011

George... el poeta de bajo perfil

Claro, cuando uno habla de ellos es improbable pensar en "bajo perfil". Pero, lo que ocurre es que dos de ellos trascendieron más que los otros integrantes del grupo.

Si por las dudas aún no sabe de quienes hablamos, les cuento que estamos haciendo mención a los Beatles.

George Harrison, muerto un día como el de hoy, hace diez años, fue un poeta y compositor tan talentoso como sus colegas John Lennon y Paul Mc Cartney. Dueño de un virtuosismo increíble Harrison compuso temas tan brillantes como Something, por nombrar alguno. Compuso para los Beatles 22 temas. 

El sensible guitarrista de los Beatles murió de cáncer, en un hospital de Los Angeles, a los 58 años. Pocos días después sus cenizas fueron esparcidas en el río Yamuna, en el norte de la India. De este modo, hilvanó uno de sus deseos más fuertes: continuar hasta el final con la cultura y la tradición hindú.

Harrison nació el 25 de febrero de 1943, en Liverpool, y fue el cuarto hijo de una familia en la que el padre trabajaba como chofer de micros. Un amigo del colegio le obsequió su primera guitarra, en 1956, y poco tiempo después, a través de la amistad de un joven Paul McCartney, se incorporó a la banda de John Lennon, The Quarrymen. Esta formación luego, en 1960, daría sus primeros pasos como Los Beatles.

Siempre fue considerado el más tímido de la banda, aunque según su mujer, Olivia Harrison, su comportamiento osciló entre los extremos. Olivia, con quien se casó en 1978 y tuvo un hijo, Dhani, lo describió a veces pensativo y callado; otras eufórico y alegre. Ella ponía un ejemplo concreto: aunque Harrison solía meditar y le interesaba profundamente la filosofía hindú, era un fanático de la Fórmula 1. “El propio George no es un misterio -comentó alguna vez Lennon-. Pero la parte misteriosa de él es inmensa”.

Una vez disuelta la banda, Harrison comenzó un recorrido solista, plasmado en discos como All Things Must Pass , Cloud Nine , material que incluía su hit Got My Mind Set on You . Durante la década del ‘80 junto a Bob Dylan, Tom Petty, Jeff Lynne y Roy Orbisson dio forma a un verdadero seleccionado de rockeros bajo el nombre de Traveling Wilburys.

Uno de los hechos más escalofriantes en la última etapa de su vida fue el atentado que sufrió el 31 de diciembre de 1999. Ese día fue atacado, frente a su casa, por un maníaco que lo dejó convaleciente. Pero su vida se deterioró dos años antes de este hecho, cuando le diagnosticaron cáncer de laringe, mal que rápidamente se trasladó al cerebro.

Fuente: Clarín

jueves, 10 de noviembre de 2011

El Martín Fierro

El nombre

En una carta, el autor le explicó a su hija Isabel que bautizó al personaje con el nombre Martín en homenaje a dos personas: su tío de él, Juan Martín de Pueyrredón y Martín Güemes. El apellido Fierro, por el temple de fierro del gaucho de la pampa.

La obra

No es admisible decir que es una expresión de folklore argentino. Es, sí, una magnífica y, hasta hoy, insuperada muestra de literatura folklórica de tema gauchesco.

José Hernández no es sólo un poeta eminente con quien culmina el ciclo de los gauchescos. Hernández no se explica en función de sus predecesores. Es un ejemplo único en nuestra literatura. Por las condiciones de su personalidad y las circunstancias de su vida, ha resumido él solo en su obra genial, lo que podría haber sido un proceso dilatado en el curso de generaciones.

Hernández, con el Martín Fierro, irrumpió en la tradición gauchesca como una extraordinaria y colosal variante que relegó a segundo plano todo lo existente, pues el paisano recibió este canto como una expresión insuperable de su propia voz, capaz de interpretar su alma, de compadecerse de sus desdichas y hasta de señalar nuevo rumbo a su destino, a fin de que no sucumbiera en la dramática encrucijada histórica que estaba atravesando.


Ambiente natural

El escenario del Martín Fierro es la pampa, que hasta fines del s XIX estuvo dividida por una línea - a trechos difusa y cambiante, según las vicisitudes históricas - a la que se llamó la frontera; en esta franja trágica se sucedieron, en el curso de trescientos años, los choques, relaciones y contactos entre indios y blancos. Esta región enorme, extendida desde la Patagonia hasta Córdoba y desde la costa bonaerense hasta Cuyo, comprende lo que se llamó el desierto y también tierra adentro.


Ambiente histórico y social

La llamada edad de oro del gaucho, la pampa sin alambrados ni fronteras en la que se podía galopar a voluntad, bolear avestruces y potros, enlazar y desjarretar ganado cimarrón y alzado, vivir con absoluta libertad y mudar de pago aún teniendo que pelear cada tanto con los indios.

El poema no da referencias históricas precisas.

Si se admite la posibilidad de que la edad de oro tenga un sentido de evocación idealizada, no sería exagerado esbozar tres períodos para comprender el desarrollo total del poema: la época de Rosas, coincidente con aquella época feliz para el gaucho (hasta 1852); los gobiernos de Mitre (1862/1868) y de Sarmiento (1868/1874), bajo los cuales sufre el protagonista sus desdichas y la nueva era, que corresponde más al autor que a su obra, en la que se consolida la organización de la sociedad y la justicia, se abren perspectivas de trabajo y de paz con la definitiva conquista de la pampa y se afianzan las instituciones democráticas.


A espaldas de la ciudad de fines del s XIX, modernizada y embellecida, quedaba la pampa, que nada quería saber de tan súbitos prodigios. Los gauchos quisieron seguir viviendo dentro de su mundo tradicional hasta que la realidad del alambrado, el ferrocarril, de la inmigración en masa, de las instituciones todavía amorfas y torpes vinieron a intimarle rendición o muerte. Naturalmente, el gaucho, por ser quien era, no pudo entregarse sin pelear. Nadie comprendió entonces que actuaba como mero agente de un enorme y complejo proceso que se manifestaba en esos choques de dos concepciones de la vida, de la economía, de la sociedad. Una, que irradiaba de la urbe con urgencia perentoria; otra que se aferraba al mundo configurado por la tierra y la tradición, al cual el hombre había amoldado funcionalmente su vida, sus condiciones y sus ideales.


De ahí que la temible línea de la frontera vino a ser para el gaucho zona de doble frente, al igual de terrible: hacia un lado, la sociedad y el estado, con sus instituciones opresoras y la resaca de su elemento humano, de todo lo cual el fortín era la expresión; hacia el otro, tierra adentro, el dominio del indio, respecto del cual el gaucho fue a su turno, agente de otro proceso paralelo al que él mismo sufría. Contribuyó a su derrota y a su exterminio sin intentar comprenderlo, no obstante que se trataba del señor legítimo de la pampa.

El idioma y su expresión

El idioma en que está escrito el poema es, desde luego, el castellano, pero con todos los matices propios del habla típica de los gauchos de la Provincia de Buenos Aires a mediados del s XIX.


Debe deslindarse el lenguaje del poema y del propio autor, hombre de ciudad y de gran cultura. Además y aún concediendo que la lengua gauchesca haya sido fielmente interpretada por el poeta, hay que recordar que el hablar campesino tenía variantes locales dentro de ese extensísimo ámbito geográfico y esto, sin contar las mutaciones a través de sucesivas épocas históricas. Por último, el habla gauchesca no equivale a la popular argentina, pues en el país hay regiones lingüísticas muy diferenciadas, léxica, sintáctica y prosódicamente.


Distinto es el caso del habla del gaucho bonaerense, cuyas características más notables derivan tanto de sus peculiares deformaciones prosódicas como de conservatismos y arcaísmos castizos, que por momentos se aproximan al castellano de los conquistadores

Apreciada a través del poema, la llamada lengua gauchesca aparece robusta, sentenciosa, elíptica, concreta, en todo lo cual se diferencia de ciertas modalidades ciudadanas, especialmente porteñas, que tienden más bien a la charlatanería, al tono oratorio, a la locuacidad, a la redundancia, a la garrulería verbal. Ese tono de sustantividad no deriva sólo de la sustancia de su contenido sino, también, literalmente, de la mayor proporción de sustantivos frente a los relativamente escasos adjutivos calificativos.

Predomina el tono coloquial, es decir, no artificioso ni rebuscado, propio de lo que pudo ser la conversación de los gauchos; por eso cobra a veces íntima agilidad zumbona, conservando un modo exterior mesurado y circunspecto, lo que le presta esa intraducible socarronería tan difícil de captar.

El poema está escrito en octosílabos, único verso que empleó Hernández, incluídos su romance El viejo y la niña y el comentario al cuadro de Blanez.

Augusto Raúl Cortazar

Fuentë: elfolkloreargentino.com

sábado, 5 de noviembre de 2011

Por la tradición

En homenaje a José Hernández, autor del Martín Fierro, el 10 de noviembre se recuerda en la Argentina el "Día de la tradición".


Argentino Luna, cantautor reciéntemente desaparecido, refleja en su versión de "Malevo", del uruguayo Osiris Rodríguez Castillo, el amor del hombre de campo argentino por sus animales y todo su drama ante la decisión de tener que quitarles la vida. Pequeño homenaje en el Día de la tradicion...