viernes, 22 de enero de 2010

Cuando explotan las lágrimas


Confieso que varias veces me senté ante el teclado de mi computadora y, otras tantas, el sentimiento que me embarga me impedía escribir lo que siento.

Recordando aquella canción de Alberto Cortez, "cuando un amigo se va, deja un espacio vacío..." intenté poner en orden mis pensamientos. Más la angustia volvía a ganar la batalla interior y toda palabra me pareció vacía, sin sentido.

Hoy, a una semana de la tragedia que nos enlutó a todos voy encontrando el camino de las letras.

Quienes conocimos a León Seró tenemos la íntima convicción que "el profe" se fue buscando salvar a un deportista. Nadador como pocos es probable que haya intentando el esfuerzo supremo de arrebatarle a su amigo río el alma que quería llevarse.

Profesional como pocos, con un sentido de la responsabilidad pocas veces observado, León Seró pegó una brazada más en busca del destino que Dios le tenía reservado. No pudo.. no pudo.

Era un tipo exigente, sobre todo consigo mismo. Siempre pedía y daba un poco más. En el fútbol, en el rugby, en las artes marciales, en el río...; en el deporte en general, ha dejado una huella a imitar, un camino a seguir.

La palabra amistad es muy grande. León Seró tenía, sin embargo, muchos amigos. A algunos de nosotros nos quedará el sinsabor de no haber "aprovechado" un poquito más de su ejemplo de vida. Y asi, sin siquiera pensarlo, explotaron las lágrimas. Las mias, las suyas (amigo lector) y la de tanta gente que, aunque sea al pasar, en algún momento tuvo un acercamiento directo o indirecto con este adalid de los deportes.

Claro que no podemos olvidarnos de aquellos que también nos dejaron y este reconocimiento a León es un reconocimiento a cada uno de ellos, aún para aquellos a los que aún se busca para que sus afectos puedan lograr esa "liberación" de la que hablaba Michel al despedir a su hermano, colega, amigo, ejemplo.

No tengo mucho más que agregar. Quise hacer esto en primera persona porque es, honestamente, el desahogo literario (si se me permite el término) que tengo la suerte de expresar.

A vos León, porque el Supremo Hacedor ha de tenerte guardado un lugar de privilegio, mi abrazo intangible. A ustedes, los que quedaron sufriendo aún más que yo el silencio de la partida inesperada, un afecto muy grande y mis permanentes oraciones.Y, si las lágrimas llegan, dejen que exploten. No las retengan. Son simplemente abrazos de agua para aquellos que hoy no estan.

Guillermo Reyna Allan

sábado, 9 de enero de 2010

Para siempre


Mis labios de tus besos

vienen de amarrarse

un hijo en las venas.


Un sol.

Una ternura.

Otra vez la primavera.


Del libro: “Desesperanzada Utopía (o al borde del viento para recuperar las alas)”. Ediciones Arte Compartido.2005.


Este poema me lo envió mi amiga y colega Patricia Da Luz. Entiendo que es de su autoría.