sábado, 31 de enero de 2009

El recuerdo


Era una tarde quieta de Agosto.
El viento escondió su murmullo, y las aves
plegaron sus alas.
Las nubes detuvieron su peregrinar
y apenas, apenas, el sol entibiaba
nuestras almas.
¿Porqué esa tristeza?
Fueron dos puñaladas
y un grito.
El recuerdo. ¡Ay!, el recuerdo.

Hubo perdón. Mas, no olvido.
El cielo se abrió en una sinfonía
de azules.
Y una asamblea de pájaros
celebró las risas.
La lágrima se reinstaló
en su templo.
Y el llanto se batió en retirada.
El recuerdo. ¡ Ay!, el recuerdo.
El amor pudo más que todo




Guillermo Reyna Allan

Río Cuarto, Agosto de 1999

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