sábado, 18 de diciembre de 2010

A los gauchos


Raza valerosa y dura

que con pujanza silvestre

dio a la patria en garbo ecuestre

su primitiva escultura.

Una terrible ventura

va a su sacrificio unida,

como despliega la herida

que al toro desfonda el cuello,

en el raudal del degüello

la bandera de la vida.


Es que la fiel voluntad

que al torvo destino alegra,

funde en vino la uva negra

de la dura adversidad.

Y en punto de libertad

no hay satisfacción más neta,

que medírsela completa

entre riesgo y corazón,con tres cuartas de facón

y cuatro pies de cuarteta.


En la hora del gran dolor

que a la historia nos paría,

así como el bien del día

trova el pájaro cantor,

la copla del payador

anunció el amanecer,

y en el fresco rosicler

que pintaba el primer rayo,

el lindo gaucho de Mayo

partió para no volver.


Así salió a rodar tierra

contra el viejo vilipendio,

enarbolando el incendio

como estandarte de guerra.

Mar y cielo, pampa y sierra,

su galope al sueño arranca,

y bien sentada en el anca

que por las cuestas se empina

le sonríe su Argentina

linda y fresca, azul y blanca.


Luego al amor del caudillo

siguió, muriendo admirable,

con el patriótico sable

ya rebajado a cuchillo;

pensando, alegre y sencillo,que en cualesquiera ocasión,

desde que cae al montón

hasta el día en que se acaba,

pinta el cub de la taba

la existencia del varón.


Su poesía es la temprana

gloria del verdor campero

donde un relincho ligero

regocija la mañana.

Y la morocha lozana

de sediciosa cadera,

en cuya humilde pollera,

primicias de juventud

nos insinuó la inquietud

de la loca primavera.


Su recuerdo, vago lloro

de guitarra sorda y vieja,

la patria no apareja

preopación ni desdoro.

De lo bien que guarda el oro,

el guijarro es argumento;

y desde que el pavimento

con su nivel sobrepasa,

va sepultando la casalas piedras de su cimiento.


Leopoldo Lugones

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