martes, 19 de junio de 2007

Manuel Belgrano, el prócer olvidado


A 187 años de la muerte del creador de nuestra bandera debemos rendir a Manuel Belgrano un homenaje muchas veces postergado.

Belgrano ofreció el último tramo de su vida, a una causa que creía justa, por ello a la comodidad que su condición de abogado reconocido le aseguraba, le opuso la decisión de participar en un movimiento revolucionario que prometía la construcción de una nueva Nación. Aceptó el desafío, sabía que no era fácil, pero eligió el sacrificio y la incertidumbre, nos legó su ejemplo, que se repite y multiplica en cada enseña patria enarbolada a lo largo y a lo ancho de nuestra querida Argentina.

Debemos aprender a escuchar el mensaje que el prócer nos legara. La bandera es el símbolo, pero la Patria la hacemos todos, día a día, generación tras generación. Una Nación tiene identidad cuando se construye fundada en principios y valores que le son propios e intransferibles. A pesar del tiempo transcurrido y con los cambios profundos que se han producido en el mundo, aquellos principios permanecen con toda su fuerza y vigencia. Se manifiestan en nuestra vida democrática, en la activa participación del pueblo en el quehacer nacional, resaltando las acciones positivas, señalando también los errores, trabajando en la construcción colectiva de una sociedad mas justa, mas equitativa, mas solidaria.

Manuel Belgrano enarboló por primera vez la bandera nacional en la ciudad de Rosario el 27 de febrero de 1812.


Para glorificar la bandera como corresponde, el 8 de junio de 1938, el Congreso sancionó una ley que fija como Día de la Bandera y lo declara feriado, el 20 de Junio, aniversario de la muerte de su creador.


Decía Manuel Belgrano a sus soldados al referirse a la bandera: “Posesionaos de ella” y “no olvidéis jamás que nuestra obra es de Dios; que El nos ha concedido esta bandera, que nos manda la sostengamos, y que no hay una sola cosa que no nos empeñe a mantenerla con el honor y decoro que le corresponde”.


Joaquín V. González describe su amor a ella en una poesía: ¡Bandera de la patria, celeste y blanca, símbolo de la unión y de la fuerza con que nuestros padres nos dieron independencia y libertad; guía de la victoria en la guerra, y del trabajo y la cultura en la paz; vínculo sagrado e indisoluble entre las generaciones pasadas, presentes y futuras; juremos defenderla hasta morir antes que verla humillada!


Guillermo Reyna Allan


Estraído de Infodía.com.ar

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