lunes, 4 de junio de 2007

La vida en una compra y venta


¿Cuánto vale la vida? Para Aurelia, una argentina de 33 años que se encuentra en serios problemas financieros, unos 50.000 dólares. Para José, un guatemalteco de 22 años que necesita pagar su universidad, 30.000 dólares. Para Gabriela, una mexicana de 28 años que debe honrar varias deudas, es cuestión de negociar.

Ellos son apenas tres de los miles de latinoamericanos dispuestos a vender a quienes están enfermos y pueden pagar lo que sea por recuperar su salud, uno de sus riñones. Y es que la compra y venta de órganos humanos se ha convertido en un importante problema en el Tercer Mundo, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), pues las largas listas de espera para recibir órganos de cadáveres llevan a los pacientes frustrados a buscar nuevas fuentes en el mercado negro.

Los trasplantes son considerados la mejor solución para tratar el último estadio de una insuficiencia en un órgano, dice la OMS. De ahí que los avances médicos en ese campo propicien un aumento de la demanda de quienes necesitan nuevos riñones, hígados, córneas y médulas.


Aunque los casos más sonados se registran todavía en Asia —en Pakistán, por ejemplo, existen aldeas donde el 50 por ciento de la población tiene sólo un riñón—, son muchos los latinoamericanos que ofrecen sus órganos en Internet. “Lo que existe es una venta de riñones más o menos encubierta por parte de gente sin recursos a otra que dispone de dinero o de poder”, reconoció a Tiempos del Mundo el presidente del Consejo Iberoamericano de Donación y Trasplantes (CIDT), Rafael Matesanz.

La OMS bautizó esta industria como “turismo por trasplantes”, por la facilidad con la que se consiguen paquetes por 12.000 y hasta 20.000 dólares para viajar a algún país a realizarse la intervención. Sólo en el año 2005, unos 6.000 trasplantes involucraron el desplazamiento del paciente o del donante para evitar problemas legales.

No obstante que los ofrecimientos a través de Internet son evidentes, autoridades de diversas naciones del continente sostienen que las cifras son mínimas en comparación con las de países como Pakistán o Filipinas.

En Argentina, el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) afirmó en un comunicado que el trasiego o posible robo de órganos en el país no es relevante, ya que hay toda una legislación para los trasplantes de órganos y el procedimiento es fiscalizado por autoridades.

En Costa Rica, si bien la compra de órganos para trasplantar es ilegal, tampoco se puede descartar que suceda, según reconoció William Vargas, de la Fundación Costarricense Renal.
“Este es un tema que merece mucha atención porque no abarca solo la posibilidad de la compra y venta de órganos”, explica. “Hablamos de la escasez de órganos, de la infraestructura hospitalaria de trasplantes y de la nueva era de los medicamentos genéricos y su afectación a los ya trasplantados”.

Tras 11 años de haber recibido un riñón de una sobrina, Vargas no puede dejar de pensar en el cambio de su vida. “Es una bendición para los que lo hemos recibido y un reto para llevar el mismo destino a todos los necesitados”.

Para quienes esperan por ese trasplante, el tiempo va en su contra.

Bueno, sano y barato

A Manuel Jesús González lo conocen como "Riñón" porque un buen día decidió vender uno de sus riñones.

González reconoció que le pagaron 5.000 dólares.La apremiante situación económica por la que atravesaba y la discapacidad en una pierna debido a un accidente fueron vitales para tomar la decisión, de la cual no se arrepiente.

Antonio, un amigo suyo, también vendió uno de sus riñones hace más o menos un año. Asegura haber recibido unos 20.000 dólares de un maestro jubilado, pero prefiere no entrar en detalles, aunque advierte que si la situación económica continúa difícil en ese poblado salvadoreño, “es probable que se convierta en un estilo de vida”.

Lo que no advierten los "vendedores" es que en poco tiempo su propio estilo de vida estará deteriorado y, es muy probable, que el dinero que les pagaron ya no exista. Las deudas, en cambio persistirán y, en algunos casos, aumentadas.

Escribe: Guillermo Reyna Allan (Extraído de Infodía.com.ar)

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